miércoles, 14 de noviembre de 2012

Entrevista de trabajo




Hace cosa de cuatro años tuve una entrevista, para trabajar en un parque turístico, en Tenerife, a pesar de ser un conocido lugar, decidí informarme acerca del perfil que buscan para el puesto vacante, así evitaría sorpresas y podría planificar mejor la misma. Como toda entrevista siempre se debe tener una buena apariencia, recuerdo que iba afeitado y con ropa para la ocasión. Entre los nervios del momento y la importancia de querer conseguir un trabajo, procuré llegar con antelación, de hecho quizás demasiada.
Como el puesto al que aspiraba era como diseñador gráfico, lleve mi portafolio con los trabajos que había realizado anteriormente, a mi entrevistadora parecieron gustarle, puesto que parecía realmente interesada en contratarme, se mostraba amable y cercana, en ningún momento me realizó preguntas indiscretas (vida íntima, familia, etc) que pudiesen hacerme sentir incómodo, incluso me enseño las instalaciones del recinto mientras conversábamos.
La entrevista se desarrolló siempre en un tono agradable, coloquial incluso, me dio la sensación de que realmente trabajaban del mismo modo en que me lo estaba vendiendo mi entrevistadora, como una gran familia.

Me habló de las características del parque, contando así con un gran restaurante en el que celebrar bautizos, comuniones, bodas, etc. Buscaban a alguien que se encargase precisamente de eso, una sola persona que se encargase del diseño de menús, cartelería, incluso publicidad. Mi entrevistadora me preguntó si sería capaz de cumplir esa faceta de trabajar yo sólo, sin compañeros en quién apoyarme, yo respondí que sí, ya que no tengo ningún problema en trabajar sólo o en equipo, de las dos maneras se aprende.

Me preguntó si actualmente estaba estudiando y podía compatibilizar el puesto o si por el contrario, me encontraba en situación de desempleo, en caso de poder incorporarme a la empresa, cuándo podría y también me informó de los emolumentos que percibiría en caso de ser contratado. Una vez terminada la entrevista, me indicó la salida, me estrechó la mano y me explicó que ya se pondrían en contacto conmigo para comunicarme su decisión final.

Pasada una semana, recibí un email indicándome que no había sido seleccionado para el puesto. A nadie le gusta que le descarten para un empleo, pero al menos, se habían tomado la delicadeza de comunicármelo.




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